Solo Simón
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Eternamente vivo, queda el Libertador de América atrapado entre las líneas de la novela Simón era su nombre, con la que su autora, la ecuatoriana Edna Iturralde, le permitirá seguir conquistando otras mil batallas, en los más jóvenes corazones.
Simón Bolívar, el Libertador, quien perpetuó su nombre en el de la naciente Bolivia, es para Edna Iturralde solo Simón. Y si recorremos las páginas de su libro Simón era su nombre, algo mágico se desborda en torno a ese, el más personal de todos sus nombres: «Simoncito», que se oye como un arrullo en la boca de su nana negra Hipólita, mientras que Manuelita Sáenz, el amor de su vida, suspira entre los recuerdos del primer encuentro: «Simón, Simón…».
Pero Edna Iturralde, la autora de más de 30 libros escritos para niños y jóvenes, no se conforma con esto, y teje incluso con creatividad literaria un acróstico que diga ese nombre con las palabras del diario íntimo de Manuelita Sáenz, dispuestas al inicio de cada capítulo de Fuego, la segunda parte del volumen. Un impulso, este, de conectar al joven lector por los caminos más insospechados, con el plano más humano de la figura de Bolívar.
«Muchas veces los jóvenes piensan que los héroes eran seres sublimes, y que por tanto fueron niños perfectos, estudiantes perfectos, adolescentes perfectos… No. Bolívar era un niño travieso, bastante malcriadito; y cuando fue estudiante no se distinguió por sus altas calificaciones. Nadie hubiera pensado que sería el genio militar en el que se convirtió después, porque aprendió solo, pues él no asistió a una academia militar como lo hizo, por ejemplo, San Martín. Fue un adolescente con muchos problemas e inseguridades, que soñaba con que le saliera la barba, o por lo menos el bigote. Y como buen adolescente, también tenía espinillas en la cara. Era un joven común y corriente».
La idea de escribir este libro para acercar la persona de Bolívar más allá de los textos escolares, surgió como un pedido a la autora por parte de la Editorial Alfaguara, de Colombia, que quería unirse con una colección especial a los festejos por el Bicentenario de la Independencia. Pero semejante encomienda desconcertó por completo a Edna: «Normalmente yo escribo por inspiración, y esto me tomó por sorpresa. Como no sabía qué hacer, les pedí un tiempo a los editores para tomar mi decisión, porque escribir acerca del Libertador era una enorme responsabilidad».
Pero sucedió que en aquellos días comenzaron a acontecerle cosas «raras», que la escritora fue atesorando como señales para un sí. «Recuerdo que entonces recibí una invitación de Quito y al llegar allá terminé perdida en medio de la ciudad. Para pedir ayuda entré en un almacén de antigüedades y allí me llamó la atención un relicario, que extrañamente no tenía la imagen de ninguna virgen, sino la del mismísimo Bolívar, y lo compré. Lo segundo que me sucedió fue que obtuve de una manera muy mágica un cuadro con el rostro de Bolívar que el dueño me lo vendió, increíblemente, por un precio irrisorio.
«Cercana ya al día en que tenía que dar mi respuesta me convencí a mí misma de que podía hacerlo, usando como argumento que, a fin de cuentas, yo soy una ciudadana de la Gran Colombia, esa enorme nación sudamericana que presidiera Bolívar y que comprendió los territorios actuales de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. Yo digo que soy “grancolombiana” pues, aunque nací en Ecuador, fui engendrada en Colombia y por esas cosas de la vida mi tatarabuelo, el coronel José María de Irrazábal, que fue venezolano, había estudiado en la escuela con Bolívar y lo acompañó en su entrada a Quito durante la guerra por la independencia. Para completar, mi madrina es panameña. Entonces, acepté».
Así fue que Edna Iturralde, considerada entre las diez mejores escritoras de libros infantiles del siglo XX en Latinoamérica, se lanzó a la aventura de escribir esta biografía novelada, la cual tuvo a bien presentar dentro de la 20 Feria Internacional del Libro, bajo el sello editorial de Gente Nueva, calificándolo como su «primer hijo cubano de papel».
Para su realización, la autora dedicó seis meses a la investigación y escritura de la novela, lo cual le permitió recrear cómodamente los hechos verídicos, logrando que hasta los más pequeños detalles tuvieran un sustrato real: «La pulsera que Simón le regala a Manuelita está en el Museo Manuela Sáenz, de Quito; y es histórico el concurso de natación que hizo con las manos amarradas a la espalda. También hay registros de que en su casa dio abrigo a muchos perros recogidos y hasta a un oso.
«Por otro lado, muchos de los textos que conforman los diálogos y otras partes del libro son tomados de cartas verdaderas, así como del diario íntimo de Manuelita Sáenz, al que tuve también acceso, asombrosamente, pues no está publicado todavía».
Cuando le pregunto a Edna por el Simón suyo, ese que más la sedujo como persona, me contestó sin titubeos:
«Me quedé con el Simón que desde niño necesitaba cariño y lo absorbía como una esponja, con esa calidez humana que él podía demostrar y que a la vez tanto necesitaba. Esa característica de él llamó mucho mi atención y me llenó, porque era algo que yo desconocía.
«Al hacer las investigaciones y leer las cartas que escribieron sus tíos sobre él, por ejemplo, advertí la vida tan triste que tuvo, al haber perdido a sus padres cuando no sobrepasaba los nueve años de edad. A veces se dice que él era una persona que buscaba el protagonismo, y en parte es verdad, pero yo creo que lo hacía como una manera de ser reconocido en el cariño de otros.
«Fui una niña muy sola y también viví la pena de crecer sin mi padre, quien murió en un accidente de avión cuando tenía dos años. Eran tantas las cosas suyas que yo podía comprender, que poco a poco lo vi crecer, pasar su adolescencia, su participación en la independencia, en fin, toda la vida. A medida que avanzaba, más me compenetraba con él».
Y entonces Edna me confesó uno de los momentos más difíciles que experimentó durante la escritura de su obra: concebir el final del libro que ponía fin, a su vez, a la vida de su querido personaje central. «Al llegar al triste día de su muerte, no pude describir el momento final de su vida. Por eso el libro termina de una manera inesperada y hermosa, que no voy a adelantar al lector, obviamente. En páginas posteriores, a modo de cierre, sí se menciona el día y la hora en que murió, así como la proclama que él deja a los pueblos. Pero como para mí era muy duro dejarlo morir, sencillamente no lo hice».
Y así, eternamente vivo, queda el Libertador de América atrapado entre las líneas de esta novela. Con ella Edna, de seguro, le permitirá seguir conquistando otras mil batallas, en los más jóvenes corazones.
Artículo publicado en Juventud Rebelde, Diario de la juventud cubana.
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‘Me sorprendo de las distintas cosas que me van inspirando’
La escritora Edna Iturralde, autora de la reciente obra Llevo 3.000 años pintando. La historia de Oswaldo Guayasamín, está nominada al Premio Memorial Astrid Lindgren 2012, de Suecia.
Me encanta sumergirme en mundos de imaginación y fantasía, porque creo que mi niña interna sigue ahí
Con una alegría que no puede ocultar, la escritora quiteña Edna Iturralde revela que su nombre se encuentra en la lista de candidatos al Premio Memorial Astrid Lindgren (ALMA) 2012, que se entrega por el aporte al desarrollo de la literatura para niños y jóvenes y es considerado uno de los más importantes a nivel mundial en este género. Su nominación a este premio, instituido por el gobierno de Suecia en el 2002, es promovido por la sección ecuatoriana de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY por sus siglas en inglés) y llega cuando Edna publica Llevo 3.000 años pintando. La historia de Oswaldo Guayasamín, una de sus obras más anheladas por la admiración que la autora guarda hacia el pintor. Iturralde habla sobre este libro y también sobre sus nuevos proyectos como escritora.
¿Qué le motivó a escribir la biografía novelada de Guayasamín?
Porque es un referente de los pintores ecuatorianos y su obra es universal. Guayasamín ha llevado el nombre del Ecuador muy en alto y es importante que los niños sepan, a través de una novela, quién fue este maestro pintor.
¿Qué tiempo le tomó recabar la vida del maestro?
Fueron dos meses de arduas investigaciones que se facilitaron porque la Fundación Guayasamín me proporcionó videos, cartas y también pude hablar con algunos de sus familiares. A eso le añadí mi fantasía para los niños. Yo conocí al maestro Guayasamín de lejos, alguna vez lo vi en su estudio cuando trabajé como guía turística, pero no tuve la oportunidad de conversar con él.
¿Qué cosas nuevas de Guayasamín descubrió haciendo esta novela?
Muchas cosas, sobre todo de su niñez. Por ejemplo, cuando era jovencito se peinaba con brillantina y se hacía la línea en el centro como Carlos Gardel. Era muy romántico, llevaba serenatas a sus novias y que su primer amor fue una niña que tenía 13 años cuando él tenía 12.
Tampoco sabía que fue mal alumno y fue expulsado de cuatro colegios porque se distraía pintando caricaturas de sus maestros, esas cosas que hacen a un ser humano más cercano al resto.
Guayasamín fue discriminado en su niñez. ¿Eso marcó su obra?
Efectivamente, a pesar de ser mestizo fue discriminado por llevar un apellido resonantemente indígena. Pero personalmente creo que lo que más influyó en su obra fue la muerte de un gran amigo en la Guerra de los Cuatro Días, y haber sido él quien descubrió el cadáver. Por eso es su afán de llevar un mensaje de paz denunciando la guerra.
¿Este libro por quién puede ser leído?
La maravilla de hacer literatura infantil es que, finalmente, puede ser leída por todos. En realidad está pensado para niños desde los 11 años, y por lo tanto puede leerlo el adolescente, el joven y el adulto interesado en conocer cosas nuevas de este referente de la sociedad ecuatoriana.
¿Qué espera generar en el lector con esta obra?
Además de que se valore al artista, es importante que recuperemos la autoestima. Los ecuatorianos y mucha gente en el mundo tiene tendencia a pensar solo en negativo y esa es la actitud que hay que cambiar. Este no es un libro didáctico, tiene una gran dosis de aventura y otros ingredientes infaltables como el misterio, el romance y la tolerancia.
¿Con la lectura de Llevo 3.000 años pintando se puede llegar a dimensionar la obra de Guayasamín?
Solo una parte, por eso creo que luego de leerlo los maestros deberían llevar a los chicos a la Fundación Guayasamín para que vean su obra y expliquen las razones y situaciones en las que pintó cada etapa.
¿Comparte la idea de que en Ecuador se lee poco?
Eso no es verdad. Las maestras y maestros ecuatorianos están llevando la bandera de la lectura. Los niños cada vez leen más y la lectura infantil y juvenil está muy fuerte. Pero ahí hay dos factores muy importantes que deben ser tomados en cuenta: los niños necesitan libros para leer y hago un llamado para que los padres consideren eso y puedan tener una biblioteca pequeña en su casa; y por otro lado que los maestros sean lectores y lectoras para que promuevan este hábito.
¿Piensa en una nueva biografía novelada?
Ahora estoy concentrada en escribir Miky Risoto y el perro Chihuahua, que es la historia de un niño dentro de un juego de video, por lo tanto es algo completamente diferente. Los temas van apareciendo en su momento y yo misma me sorprendo de las distintas cosas que me van inspirando, a veces cosas para niños de 5 años y otras para chicos de 14 o 17 años.
Apuntes
Salió a la luz. El libro Llevo 3.000 años pintando. La historia de Oswaldo Guayasamín (Alfaguara) fue presentado en Quito la semana pasada.
Otros trabajos. Edna Iturralde lleva escribiendo tres décadas. Fue por quince años directora de la revista La Cometa, de diario Hoy.
Reconocimientos. Ha ganado varios galardones por su trabajo literario, como el Premio Nacional de Literatura Infantil Darío Guevara Mayorga 2001 y el Premio Nacional a las Artes Quitsato 2005.
Artículo publicado por Diario El Universo
Tiempo de cosechar
Desde el país por donde cruza una línea imaginaria que esboza la mitad del mundo, varios ciudadanos han logrado que su arte rompa los límites geográficos para ser parte de importantes citas internacionales.
Aquellos ecuatorianos son: María Rosa Jijón, quien presenta su videoarte Paradoja Manta-Manaos en la Bienal de Venecia; Aarón Ormaza, quien está en San Marcos (Estados Unidos) participando en la segunda edición del Festival Internacional de Piano de la Universidad Estatal de Texas; Sylvia Aldunate, alumna de la Escuela Rusa de Ballet Ana Wiesner, quien ganó la medalla de bronce en el World Ballet Competition la semana pasada; y Edna Iturralde, la escritora nominada a uno de los premios mundiales más importantes de literatura infantil, el Astrid Lindgren Memorial, que se entrega en Suecia.
Cuatro semillas ecuatorianas que aquí se nutrieron y que hoy dan sus frutos nacional e internacionalmente, que buscan la trascendencia.
El pianista guayaquileño Aarón Ormaza, de 15 años, siempre supo que la música o cualquier otro tipo de arte llegaría a su vida en cualquier momento, pues tiene toda una herencia artística. Sus hermanos son músicos, su padre fue uno de los fundadores del teatro El Juglar y su madre fue una bailarina de ballet. El ecuatoriano participa en el festival donde también concursa la quiteña Ely Ocampo. El premio de la competencia, que finaliza hoy, será el de participar como solista invitado con la Orquesta Sinfónica Estatal de Texas, durante la temporada 2011-2012.
“Tocar de solista con una orquesta es un privilegio y un reto; orquestas como la Sinfónica de Texas son realmente extraordinarias y muy profesionales”, cuenta Ormaza desde el país norteamericano. El joven, quien se ha formado con la maestra Aliona Dziouba, tiene como referentes a sus padres y a sus hermanos Alejandro, Gabriel, Jacob e Isaac.
Aarón pasa mucho tiempo dedicado a la música. Incluso, en su tiempo libre toca la guitarra, además de practicar la natación y la lectura. El pianista espera salir victorioso del festival y cuenta que poco después de su arribo a Guayaquil, tocará a Liszt. “La música puede inspirar a un individuo, a una sociedad. Yo busco dar inspiración a la gente con la que toco”, asegura el guayaquileño.
El principal objetivo de Edna Iturralde es que los niños y jóvenes de este país lean más. Ella no piensa diversificar su nicho y escribir para adultos. ¿Para qué? Según ella, la literatura infantil es algo que los más grandes también pueden entender si son buenos lectores.
La escritora quiteña está nominada al Astrid Lindgren Memorial Award, y es la primera ecuatoriana postulada a este galardón. Recalca que solo una latinoamericana, la brasileña Ligia Bojunga Nunes, ha alcanzado el premio. Iturralde explica que no hay un proceso para candidatizar a un escritor. En su caso, la asociación de literatura infantil más prestigiosa que hay en el planeta, el IBBY (The International Board on Books for Young People), la postuló.
El Astrid Lindgren, el más importante en su categoría luego del Hans Christian Andersen, comenzó a entregarse desde el 2003, y se trata de una presea establecida por el gobierno sueco y administrada por el consejo de las artes de Suecia que premia la trayectoria de un escritor y dota de una fuerte recompensa económica al ganador: 5 millones de coronas suecas (alrededor de $ 790.000).
El plazo de admisión, dice Iturralde, se cerró el 16 de mayo. La lista de los candidatos finalistas (hasta ahora hay más de 400 inscritos) se presentará en octubre y luego el candidato ganador se lo dará a conocer en marzo del 2012. “Estoy sumamente agradecida, sumamente honrada, nerviosa. ¡Emocionadísima!”, expresa Iturralde.
Lo que más destaca la literata de su obra es el multiculturalismo. Para ella es muy importante, especialmente ahora, en un mundo que cada vez se vuelve mucho más globalizado y que, al mismo tiempo, despierta el interés de saber quiénes son los otros con los que convivimos.
Artículo publicado por Diario El Universo
“Es el más alto honor al Ecuador”
En febrero, la Editorial SM, con el apoyo de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, organizó la conformación de un Canon Latinoamericano del siglo XX, de libros de literatura infantil y juvenil publicados de 1900 al 2000. En marzo se reveló que entre los 10 libros más votados y analizados por veinte y siete seleccionadores de Latinoamérica aparece la obra ecuatoriana Verde fue mi selva, de Edna Iturralde, publicada en 1998 por Editorial Alfaguara.
El mismo libro también mereció el premio Skipping Stones de EE.UU. y una de las obras de Iturralde seleccionada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) de México para el currículo escolar de ese país. A la par, Iturralde aumenta su número de obras, las últimas sobre el Bicentenario de Independencia del país y Simón Bolívar.
Usted no propuso la obra para el Canon, ¿cómo siente el galardón?
Como ecuatoriana me satisface que un texto de esta nacionalidad esté entre los “10 mejores” libros de literatura infantil y juvenil de Latinoamérica del siglo XX, luego de pasar las selecciones entre 151 títulos, 82 y 59 (43 con varios votos). Me siento honrada y dichosa como ecuatoriana y como escritora profesional, ya que estar en este canon es el más alto honor que se puede recibir.
En estos últimos años escribe sobre el Bicentenario, ¿por qué?
Son 4 libros, tres novelas -El perro, el farolero y una historia de libertad; El caballo, la rosa y una historia de rebelión y El cóndor, el héroe y una historia de independencia- y un recuento histórico fácil de leer y con hechos que los historiadores normalmente no cuentan (la rebelión de los negros en La Tolita, en 1809, la defensa de El Panecillo por las mujeres quiteñas en 1812), Imágenes del Bicentenario. Escribí las obras con motivo del Bicentenario de la independencia de Ecuador celebrado en 2009 y me pareció importante que no pasara desapercibido.
En sus investigaciones se topó con el personaje de Rosa Zárate, ¿por qué lo destacó en su obra?
Rosa Zárate no consta en ningún lado; su nombre no está en la lista de los próceres porque fue fusilada y decapitada por el Ejército Realista junto con su esposo. Por ser mujer no la toman en cuenta, aunque antes había una pequeña escuela con su nombre. No es sorpresivo porque a Manuela Cañizares, en cuya casa se reunían los patriotas, le omitieron su nombre de la placa colocada en la casa junto a la iglesia El Sagrario.
Cuando hago investigación voy al pueblo… sobre el que voy a hablar y escucho las tradiciones orales
Se ha dicho que usted combina magia, historia y antropología…
Me siento satisfecha de poder lograr mis metas a través del estudio, el trabajo fuerte, de un gran entusiasmo y de un gran amor que tengo por mi país. Todos los libros que he publicado relacionados con arqueología o historia, como Miteé y el cantar de las ballenas, permiten difundir los logros de los antepasados que los ecuatorianos desconocen. Como la conquista del océano Pacífico con balsas de las culturas Machalilla y Huancavilca, que llevaron el spondylus hasta México yendo y viniendo por 2000 años.
Investigo con arqueólogos, historiadores, archivos y libros para luego inventar, crear y compartir la aventura y el misterio en forma entretenida para los lectores. Todo lo real va orquestado dentro de la historia.
¿Cómo concibió la historia en la Amazonía de Verde fue mi selva?
Fui a ver a las nacionalidades indígenas de la Amazonía. Cuando hago investigación voy al pueblo, a la cultura o etnia, sobre el que voy a hablar y escucho las tradiciones orales; no las escribo, las escucho porque es parte importante para saber sobre la cultura. Los cuentos de Verde fue mi selva están basados en varias culturas.
¿Cuál es su acercamiento a la escritura y publicación de libros?
Tengo treinta y tres libros, sin contar uno sobre Simón Bolívar, que ya acabé y está por publicarse. Para mí escribir es mi vida, un día que yo no escribo, siento que el tiempo me ha jugado una mala pasada y que se me escapó. Escribir es como una segunda piel, algo maravilloso, como respirar, como magia…
¿Qué otras alegrías guarda de su vida profesional?
Fui consultora por poco tiempo de Unicef y Plan International. Para la primera hice 3 libros llamados Ser y compartir que enseñan valores a los niños, a través de sus noventa cuentos, divertidos y simpáticos. La experiencia que yo llevo dentro de mi corazón es haber sido fundadora y directora de la revista infantil Cometa, que circula con Diario Hoy, por once años. Por cuestiones de publicidad decía que la hacíamos un equipo de once, no solo yo, cambiando los nombres, como sí sucedía.
En la oficina estaba una asistente, un mensajero, yo y una ardilla que compré enojada por el asunto del tráfico de especies silvestres y para liberarla. Un día llegó de sopetón un representante de Nestlé y preguntó por el equipo; yo dije que estaban enfermos, con alergia, ese día.
¿Cuál ha sido su experiencia con los gremios de escritores?
En 1996, la primera vez que se trató de hacer una organización de autores, se llamó Unión de Escritoras y Escritores de Literatura Infantil (Udeli) y yo la presidí. Duró un año y produjo un libro de cuentos y poesías de navidad. Se desintegró, pero actualmente el grupo Girándula, Asociación Ecuatoriana del Libro Infantil y Juvenil, filial del IBBY (Organización Internacional para el Libro Juvenil, por las siglas inglesas de International Board on Books for Young People) en Ecuador, se mantiene.
Ellos hacen congresos y las maratones del cuento. Por el momento, presido la Academia Ecuatoriana de Literatura Infantil y Juvenil, adjunta a la de Latinoamérica. Con Girándula, trabajamos juntos.
Iturralde en su tinta
Tiene listos: Cuentos del río Yasuní, que saldrá en verano, y Simón era su nombre, que se difundirá en Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
Y su corazón escapó para convertirse en pájaro y Verde fue mi selva fueron seleccionados por la SEP, en el concurso bienal que congrega miles de libros en español del mundo.
Considera que en los últimos 10 años, un 80% de maestros ecuatorianos trabaja por la lectura.
Verde fue mi selva nació de una investigación impulsada por la autora en 14 sitios, mientras colaboraba con Unicef.
Defiende la calidad del trabajo de los ilustradores nacionales, que ya son solicitados en países de Latinoamérica.
Walter Franco – Reportero – Cultura
© El Telégrafo C.A. 2010
Lanzamiento del XIX Juego Literario de Medellín. Letras para divertirse y aprender
Esta iniciativa del Plan Municipal de Lectura de la Alcaldía de Medellín, realizada en asocio con la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra, propone disfrutar de la lectura en 42 espacios de la ciudad.
Este viernes 15 de abril a las 5:00 pm, en el marco de la Feria Popular – Días del Libro –Carlos E. Restrepo-, realizaremos el lanzamiento del XIX Juego Literario de Medellín. Ya son 19 años en los que jóvenes lectores comparten un autor, desde las letras y desde encuentros vivenciales que les permiten entender que la literatura y quienes la escriben son tan cercanos y posibles como ellos mismos.
42 espacios entre bibliotecas públicas y escolares, museos, librerías, casas de la cultura y muchos más, serán sede de este Juego en el que todos pueden hacer parte.
La temática que tendrá el XIX Juego Literario, a partir de la propuesta que hace Gusti, autor argentino invitado con el Basurarte, será la ecológica: tomar lo que consideramos inservible para recrear y crear nuevos elementos, desde ilustraciones, hasta juguetes y piezas decorativas, son las propuestas de este invitado. El año internacional de los bosques, temática que también abordará la Fiesta del Libro y la Cultura, junto con una consciencia ecológica, se enmarca muy bien en la intención, este año, del Juego.
En el 2011 tendremos la participación de 14 autores de amplia trayectoria iberoamericana a saber; de España: Javier Saéz Castán, Care Santos, Teresa Durán, Ignasi Blanch, Ángel Burgas, Jordi Sierra i Fabra; de Argentina: Sergio Aguirre, Isol y Gusti; de Venezuela: Carmen Diana Dearden; de Ecuador: Edna Iturralde; de Brasil: Marina Colsanti y Ángela Lago y de Colombia: Margarita Londoño.
Te esperamos este viernes 15 de abril para que, a partir de objetos reciclados, vivamos un lanzamiento que contará con la presentación a fondo de este Juego Literario, en el marco de una intervención musical Stomp. ¿Música de la basura?, ¿letras y reciclaje? No te lo pierdas.
Entrevista en Revista Infantil de El Salvador
Biblioteca Edna Iturralde impulsará la lectura
Edna Iturralde recorrió su labor literaria en Guayaquil
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Edna Iturralde cautiva no solo a los más pequeños con sus cuentos plasmados en las decenas de libros que tiene a su haber, sino también a los “más grandecitos” con sus historias, con esas experiencias que, cuenta, han enriquecido su escritura.
Llegó a Guayaquil para ofrecer el pasado martes la charla ‘De relatos, leyendas y otros cuentos’ en la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte, actividad organizada por la Sociedad Femenina de Cultura y la comisión Encuentros.
Desbordando jovialidad, carisma, y con una seguridad notoria en sus palabras, la escritora ecuatoriana echó un vistazo a su trabajo literario, enfocado principalmente a niños y jóvenes. Sin embargo, dejó en claro que “lo rico de esta literatura es que cualquier persona de cualquier edad puede leerla”.
Comenzó la actividad mencionando su primer libro, El jardín de las arañas doradas. “El nombre se debe a que crecí en un jardín donde había arañas doradas, bueno, eran amarillas pero en mi brazo y bañadas por los rayos del sol yo las veía doradas”, indicó Iturralde.
Y aunque algunos de sus libros están llenos de ficción, la escritora comentó que para escribir otros tuvo que hacer investigaciones, muchas de ellas requerían que visite diferentes ciudades y pueblos del país.
Como resultado, Iturralde aseguró que a la gente de Ecuador le hacen falta dos importantes valores. “Hay un déficit de identidad nacional y de autoestima. Los dos van juntos: lo que no se conoce no se respeta, lo que no se respeta no se quiere y lo que no se quiere hace que apreciemos más lo de otros, lo de afuera”, manifestó.
Por estas razones, la escritura de Iturralde se volcó hacia la literatura de valores. A su primer producto dentro de este marco lo bautizó como Verde fue mi selva, libro infantil escogido entre los diez mejores del Canon Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Siglo XX.
Pero después de Verde fue mi selva surgieron otros títulos como …Y su corazón escapó para convertirse en pájaro, que trata sobre los afroecuatorianos; J. R. Machete, acerca de la cultura montubia ecuatoriana; y Caminantes del Sol, un relato de misterio en la época de los incas.
También habló sobre las biografías que ha hecho, la última fue Simón era su nombre. A este Diario indicó que el 19 de abril publicará en Quito el libro Llevo 3.000 años pintando, acerca de la vida de Guayasamín.
“Mucha gente en el mundo no sabrá quién es Edna Iturralde, pero con mis libros se sabe más del Ecuador”, expresó.
Artículo publicado en Diario El Universo
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La vida para contar
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Una novela épica alrededor de los balseros de la cultura Machalilla que navegaron de Ecuador a México en embarcaciones prehispánicas (Miteé y el cantar de las ballenas), o un conjunto de relatos sobre el pueblo negro ecuatoriano y su mitología ancestral (Y su corazón escapó para convertirse en pájaro), marcan el carácter etnohistórico y social de la narrativa de Edna Iturralde (Quito, 1948).
La aventura y el misterio son otros de los ingredientes de las obras de la autora de literatura infantil y juvenil, con 35 publicaciones. Su libro Verde fue mi selva (1998) fue incluido en Chile en el Canon Latinoamericano del siglo XX, entre los 10 mejores textos infantiles de la región.
La escritora estuvo en Guayaquil el martes para participar, en el Centro de Arte, en una charla en el que desnudó sus procesos creativos y los orígenes de su pasión por contar historias. Iturralde presentó como invitado especial el primer libro que leyó a los 10 años, Guillermo El Genial, de la saga de la escritora inglesa Richmal Crompton, sobre un niño “malcriado”, que fue su primer amor. Poco después se vio escribiendo una comedia teatral para la escuela y más tarde por encargo para sus compañeros de clase.
“Un compañero estaba abrumado y molesto porque quería un hermano y su madre había tenido dos gemelas. Y le escribí un cuento con todas las aventuras que iba a vivir con sus hermanas”, contó la escritora, desde entonces todos los compañeritos comenzaron a pedirle relatos.
“Por eso escribir es mi vida”, declaró emocionada Iturralde. Madre de 6 hijos y abuela de 5 varones, la autora le contaba las historias a sus vástagos, hasta que estos fueron advirtiendo y reclamando por los cambios que retorcía la memoria. “Entonces dije, tengo que publicarlos”.
Pero de historias personales como El jardín de las arañas doradas, que nacieron del ánimo ficcionador de una niña solitaria en casa de sus abuelos, saltó a contar sobre las etnias del Ecuador o a tocar temas sociales. “Siempre mis historias tuvieron mucho que ver con Ecuador, pero escribiendo para la Unesco una serie de relatos alrededor de los valores, me di cuenta de que a los ecuatorianos nos faltan dos valores importantes: el de la identidad y el de la autoestima”.
Sobre sus procesos creativos, explicó que escribe directamente en el computador rodeada de sus perros, “antes de sentarme no sé que voy a escribir”. La quiteña se va a vivir por un tiempo con la gente “maravillosa” sobre la que escribe en el Oriente, en Galápagos o en Esmeraldas, durmiendo es sus casas, comiendo lo que comen y escuchando sus tradiciones. Y de allí surgen preguntas o anécdotas que disparan la imaginación. “¿Qué es la felicidad para los indígenas de la selva? ¿Qué pasa cuando un perro shuar que debe ayudar en la cacería no sabe ladrar?”. Por lo pronto ya tiene el tema de su próxima novela, que gira alrededor de las aventuras de Juancho, su perro chihuahua, el jefe de los tres canes de la escritora.
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