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Una novela épica alrededor de los balseros de la cultura Machalilla que navegaron de Ecuador a México en embarcaciones prehispánicas (Miteé y el cantar de las ballenas), o un conjunto de relatos sobre el pueblo negro ecuatoriano y su mitología ancestral (Y su corazón escapó para convertirse en pájaro), marcan el carácter etnohistórico y social de la narrativa de Edna Iturralde (Quito, 1948).

La aventura y el misterio son otros de los ingredientes de las obras de la autora de literatura infantil y juvenil, con 35 publicaciones. Su libro Verde fue mi selva (1998) fue incluido en Chile en el Canon Latinoamericano del siglo XX, entre los 10 mejores textos infantiles de la región.

La escritora estuvo en Guayaquil el martes para participar, en el Centro de Arte, en una charla en el que desnudó sus procesos creativos y los orígenes de su pasión por contar historias. Iturralde presentó como invitado especial el primer libro que leyó a los 10 años, Guillermo El Genial, de la saga de la escritora inglesa Richmal Crompton, sobre un niño “malcriado”, que fue su primer amor. Poco después se vio escribiendo una comedia teatral para la escuela y más tarde por encargo para sus compañeros de clase.

“Un compañero estaba abrumado y molesto porque quería un hermano y su madre había tenido dos gemelas. Y le escribí un cuento con todas las aventuras que iba a vivir con sus hermanas”, contó la escritora, desde entonces todos los compañeritos comenzaron a pedirle relatos.

“Por eso escribir es mi vida”, declaró emocionada Iturralde. Madre de 6 hijos y abuela de 5 varones, la autora le contaba las historias a sus vástagos, hasta que estos fueron advirtiendo y reclamando por los cambios que retorcía la memoria. “Entonces dije, tengo que publicarlos”.

Pero de historias personales como El jardín de las arañas doradas, que nacieron del ánimo ficcionador de una niña solitaria en casa de sus abuelos, saltó a contar sobre las etnias del Ecuador o a tocar temas sociales. “Siempre mis historias tuvieron mucho que ver con Ecuador, pero escribiendo para la Unesco una serie de relatos alrededor de los valores, me di cuenta de que a los ecuatorianos nos faltan dos valores importantes: el de la identidad y el de la autoestima”.

Sobre sus procesos creativos, explicó que escribe directamente en el computador rodeada de sus perros, “antes de sentarme no sé que voy a escribir”. La quiteña se va a vivir por un tiempo con la gente “maravillosa” sobre la que escribe en el Oriente, en Galápagos o en Esmeraldas, durmiendo es sus casas, comiendo lo que comen y escuchando sus tradiciones. Y de allí surgen preguntas o anécdotas que disparan la imaginación. “¿Qué es la felicidad para los indígenas de la selva? ¿Qué pasa cuando un perro shuar que debe ayudar en la cacería no sabe ladrar?”. Por lo pronto ya tiene el tema de su próxima novela, que gira alrededor de las aventuras de Juancho, su perro chihuahua, el jefe de los tres canes de la escritora.

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Artículo Expreso Guayaquil

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